Curioso hombre,
no quieres perdonar,
procuras apenas disculpar,
en un ejercicio vulgar,
que esconde tu cínica humildad.
Al insistir en sustraerte del perdón,
balbuceando autoflagelación,
solucionas con lógica ficción,
el ilógico mito probado,
mito natural y terrenal,
de la mediocridad.
Al insistir en sustraerte del perdón,
alardeando humillación,
resuelves con ilógica ciencia,
el lógico arte experimental,
arte natural y terrenal,
de la caridad;
Quizás sea la mera inercia,
o un acto negligente,
una manifestación imprudente,
indecencia vestida de decencia.
Curioso hombre,
contumaz hasta la aberración,
notifico bienaventurada sanción,
impuesta por tu craso error:
Cuando te despojas de la divina,
demasiado divina,
capacidad de perdonar,
te despojas de la humana,
demasiado humana,
capacidad de amar.
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