Y se enamoró,
a lo lejos,
sin observarla,
en lo obscuro,
en las sombras de sus sueños,
desde su inanimado silencio.
Y se enamoró,
enigmático,
de su azaroso tacto,
de alguna gracia abstracta,
o de algún rasgo accesorio,
dejado a la exclusiva adivinanza.
Y se enamoró,
modesto,
por no saber desde cuándo,
se entregaría al desamor;
pero jactancioso,
por saber desde cuándo,
se había entregado a ella con amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario